Pisco – Perú Un caso verdaderamente que dejo atónito a los médicos
que atendieron aquel parto fue el nacimiento de Gerardo Medina. Lo especial de
Gerardo es que fue hijo de la madre más joven de la cual se tiene registro en
la historia de la humanidad: Lina Medina.
A Lina Medina le creció tanto el vientre que su madre la
llevó con chamanes. Ellos creían que tenía una culebra dentro. Se la habría
metido Apu, un espíritu inca. La sometieron a diversos ritos. Hasta que desistieron
porque su barriga seguía aumentando. Tiburcio Medina, su padre, la llevó al
centro médico más cercano. Fueron 70 kilómetros de caminata desde Antacancha,
un pobre poblado de Huancavelica, a la ciudad de Pisco. El doctor Gerardo
Lozada la auscultó pensando que era un inmenso tumor.
«Es un bebé de ocho meses», terminó gritando el médico a
Tiburcio. Llamó luego a la policía y encarcelaron al padre como único
sospechoso. A los cinco años, siete meses y 21 días, Lina Medina se convirtió
en madre. Era el 14 de mayo de 1939, día de la madre en el país. Y con, 2,7
kilos de peso y 48 centímetros de estatura, Gerardo Medina vino a este mundo.
Registra este hecho la Academia Americana de Obstetricia y
Ginecología. Su ficha médica indica que comenzó a menstruar a los dos años y
ocho meses. A los tres meses tenía vello púbico. La ficha policial registra que
su padre fue liberado y que nunca se conoció al culpable. En Antacancha creen
que Gerardo nació «de la semilla del dios Sol».
En plena II Segunda Guerra Mundial, los cables de noticias
interrumpían la información de batallas y acuerdos militares con la noticia del
parto de Lina Medina. Su caso rápidamente pasó de ser un milagro de los Andes a
ser un hecho vetado. Su vida se convirtió en un circo sin espectadores. La
compañía estadounidense Seltzer les ofreció 1.000 dólares semanales. Pero el
entonces presidente, Oscar R. Benavides, emitió una ley para tener la custodia
de ambos, prometiéndoles una pensión vitalicia. Nunca cumplió.
Gerardo, el Hijo del Sol, el milagro, el «niño de la madre
más joven de todos los tiempos», murió a los 40 años. Lina Medina ha
permanecido escondida desde su niñez. Sin romper un silencio que ha mantenido
por 67 años. Nunca se descubrió quién era el padre de Gerardo. El expediente
por la violación de Lina se cerró por falta de pruebas.
Muchos años después, el doctor Juan Falen, endocrinólogo
adscripto al Instituto de Salud del Niño, explicó este hecho a la agencia
inglesa Reuter de la siguiente manera: “La pubertad precoz de Lina le desarrolló
antes de tiempo los caracteres sexuales y la capacidad de reproducción, pero
mental y cronológicamente continuó teniendo la misma edad. Por eso es que
chicos como ella son a menudo víctimas de abusos sexuales”.
En el 2002 un reconocido diario colombiano “El País” publicó la siguiente nota en la red:
“Seis décadas después, el Gobierno peruano busca ayudar a Lina, como para
resarcir la letra muerta de una Ley de 1939 que le prometió una pensión
vitalicia para ella y para su hijo.
´Aún estamos a tiempo de reparar el daño
que le hizo el Estado condenándola a la miseria´, dijo el ginecólogo José
Sandoval, quien fue a Antacancha, desempolvó la historia de Lina, la escribió
en un libro y hasta acudió al Palacio de Gobierno para recordarles la deuda
pendiente”.
Lina, quien se casó a la edad de 33 años y tuvo otro hijo en
1972, reside actualmente junto a su esposo Raúl Jurado en un miserable suburbio
de Lima conocido por su alta peligrosidad como Pequeña Chicago. En la década de
los años 80 del pasado siglo las autoridades locales derribaron con buldózeres
su casa para construir por allí una autopista.
Tambien se sabe que no se le fue reconocido ni un solo centavo
de indemnización. Su primogénito Gerardo, por su parte, creció creyendo que
Lina era su hermana. Hasta que, al cumplir 10 años, descubrió la verdad.
Falleció de una rara enfermedad en la médula ósea en 1979. Pero no se ha
establecido que su mal guarde relación con las extraordinarias circunstancias
de su nacimiento en 1939.
Abrumada y acosada por los periodistas, Lina, según su marido,
“creció prudente e introvertida”. Su ostracismo de niña devenida madre fue
consecuencia de una época en la que la virginidad era un contenido importante
de la moral. “Llegaron a decir que Lina era otra Virgen María que concibió sin
cometer pecado original por obra y gracia del Espíritu Santo. Todavía hoy en el
pueblo de Antacancha creen que Gerardo fue hijo del Sol. Así, Lina vivió
desgarrada entre dos extremos, porque su caso pasó de ser un milagro a un tema
prohibido. En otro siglo, seguro la hubieran quemado o convertido en santa a la
fuerza, pues en su época por poco y la lucen en un circo", refirió en un
libro el neuropsicólogo Artidoro Cáceres, quien descubrió que la historia
clínica de la niña y una tesis universitaria elaborada en 1942 sobre su excepcional
caso habían desaparecido.
Ya que han transcurrido casi 70 años del parto de la madre
más joven de la historia y todavía se desconoce quién fue la persona que la
violó. "Para mí eso no es lo más importante -le dijo recientemente a un
reportero del periódico nicaragüense El Nuevo Diario el ginecólogo José
Sandoval-. Se trata, simplemente, de un accidente estadístico que hace
extremadamente raro su caso de pubertad precoz. Y a eso súmele el hecho de una
violación que la embarazó justo cuando la pequeña estaba ovulando".
Hasta la fecha un sin número de casos similares han venido ocurriendo
desde este último acontecimiento aunque ninguno había causado tanta conmoción
en ese tiempo, los cambios biogenéticos y hormonales suelen ser inestables, aunque
en su mayoría estos excepcionales casos son causados por genéticas hereditaria
o trastornos hormonales, explicaron y concordaron distintos expertos médicos.